martes, 31 de octubre de 2023

Ivo

 Don Emilio Santiago, padre de la trilogía Paco, Pepe y Tino (tacheros, para más datos) había quedado ciego en los últimos años de su existencia. Pero cuando pasaba cerca de Ivo Distéfano y el peluquero lo saludaba, lo conocía por la voz y le recordaba: Ivo... ¡tú sí que tienes buena mano para afeitar...!

Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 61.

lunes, 30 de octubre de 2023

La doble puente Colón

 Paco Santiago se anotó en una carrera de bicicletas entre White y el puente Colón, ida y vuelta. Pero el gran candidato para esa prueba era Fernando Velazco. Mucha gente se había reunido en la meta. Cuando apareció allá lejos la figura de un corredor, todos gritaban: Fernandito... allá viene Fernandito... ¡Gana Fernandito!!!

Pero no era Fernandito. Era Paco Santiago. Ganó Santiago, cómodo. Segundo fue Veco y tercero Fernandito. Las señoras de la comisión que había organizado la prueba le entregaron al ganador el premio y un ramo de flores. El padre de Paco, que habían llegado justo cuando su hijo cortaba el hilo de la llegada, le dijo a las mujeres: Ese pollo es de mi gallinero... (Bueno, no les dijo gallinero sino que nombró ese producto que había en los gallineros y ahora hay en las incubadoras...)

Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 61.

martes, 24 de octubre de 2023

Antorchas en la noche

 El pueblo inundado. Sin corriente eléctrica. Oscuridad absoluta. Vecinos de Plunkett y las inmediaciones encendieron antorchas y en silencio, caminando por el agua y el barro, hicieron su procesión. Protestaban por lo que consideraban inacción de las autoridades. El espectáculo del resplandor de las antorchas en el agua y el silencio imponente de los vecinos era de una gran elocuencia. Iban por Plunkett, desde Elsegood hasta Cárrega. ¡Impresionante!

En la familia Berdini todos firman con b, menos uno. Enrique, tal vez el más conocido por su actuación como cantor -lo hizo en orquestas de Buenos Aires con muy buen éxito- y personaje de la radiofonía bahiense, es el único cuyo apellido está registrado con v. Y es de la familia...


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; pp. 58 y59.

lunes, 23 de octubre de 2023

La guadagnanza di Carlolanza

 Cuenta la leyenda que Carlolanza era un práctico del puerto, con mucha experiencia y conocimiento del mar y de la ría. En una oportunidad debió amarrar un buque y se necesitaban dos remolcadores. Pero el hombre no era demasiado generoso y con el propósito de ahorrar unos pesos empleó uno solo. Consecuencia nefasta: "se tragó" el muelle de hierro. Debió pagar los gastos. Fue entre 1925 y 1930. Por eso, cuando sale mal un negocio, se suele decir que "Ha fatto la guadagnanza di Carlolanza".

Carlolanza era propietario de un conventillo de la calle Rubado, muy cerca de la estación Garro. Allí vivió un tiempo el celebérrimo Camisalonga.

Ramón Pérez Fontán es uno de los médicos más queribles de Ingeniero White y la zona. Poco después de recibir su diploma y ya instalado en el pueblo, si lo llamaban del Boulevard XX cruzaba el puente y desde allí, a caballo, entre el barro y el salitre, iba a la casa del enfermo. La mayoría de las veces, gratis. No se enoje, doctor. Es verdad. (Recuerdos de Marconi).


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 58.

lunes, 9 de octubre de 2023

Doña Serafina y el trío más mentao

 El Club Whitense tenía su cancha de basket en Sisco entre Mascarello y Avenente. El cuidador se llamaba Brasil. Para todo el mundo era "el canchero" y no se le conoció otro apodo. No lo necesitaba tampoco.

De noche, con algunos reos del barrio, visitaban los gallineros de sus propias casas. Al día siguiente, "pucherito de gallina".

Una vez la vieja descubrió que le faltaba una bataraza y los corrió hasta El guanaco...


Doña Serafina Sgalla curaba el empacho, el mal de ojo y la lombriz. Varios médicos la recomendaban a las señoras con bebés empachados.


Tadó Curcio, Vizcachín y el Tarta Sgalla, (Italo) formaban "el trío más mentao". Eran grandotes como roperos y se especializaban en repartir trompadas en los boliches, con preferencia en marineros extranjeros.


Spadavecchia tenía un caballo tan flaco que se le juntaban las costillas. Era tan mañero que para hacerlo entrar en la cuadra había que vendarle los ojos. (Recuerdos de Roberto Sgalla).


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 57.