lunes, 25 de abril de 2022

El aula magna

 En el aula del Dante Alighieri  había dos retratos al óleo de San Martín y Rivadavia. Un reloj de péndulo que hoy valdría una fortuna como antigüedad. Las campanas marcaban las horas de clase y de recreos. Un cuadro de J. Vila y Prades reproducía a San Martín al frente de su ejército en el cruce de los Andes. Los bancos de madera -que hoy es muy difícil encontrar- los había construido don Alejandro Dignani que tiempo después abrió su comercio de comestibles, bazar y ferretería en Harris casi Guillermo Torres.

Traversa organizaba paseos al campo con sus alumnos para hacerles conocer la flora y la fauna del país y en el patio de su casa tenía un jardín didáctico. En las clases prácticas utilizaba una calderita accionada por alcohol que movía los émbolos y hacía girar una ruedita. Era la fuerza del vapor. Muchos maquinistas ferroviarios aprendieron allí, en forma práctica, la dinámica de la locomotora.

Orlando Traversa fue uno de los muchos maestros que formaron varias generaciones de hombres que dieron a Ingeniero White trascendencia más allá de las fronteras nacionales.


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p 46.