El doctor Santiago Milozzi, hijo de los dueños del restaurante de la calle Guillermo Torres, cuando ya la casa había cesado su actividad, fue una noche a la cantina de Tulio en el Jockey Club. Carmelo Lupo, el cantor de la casa, iba de mesa en mesa dedicando sus canciones a los comensales. Después de cantar un par de canciones le decía casi al oído de Milozzi: Piove... non piove... mi pare che piove, ma non piove...
Milozzi, intrigado, salió a la calle. El cielo estaba estrellado. Ni una mísera nube empañaba el brillo de la luna. Volvió a la mesa y llamó a Tulio: Este tipo dice que llueve, ¡pero no llueve...! Tulio le hizo señas con los dedos y sin decir palabra, le explicó que lo de "piove, non piove", era la manga de la propina... Milozzi sacó un billete de cincuenta pesos y se lo dejó a Lupo. Una fortuna, ¡cincuenta pesos!
Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 40.