lunes, 24 de enero de 2022

La cancha de bolos

 Se parecía a la de bochas pero los yugoslavos que la frecuentaban practicaban un juego parecido que consistía en voltear el palo del centro, sin tocar los otros. Los domingos tenían su fiesta. Colocaban un cordero en un eje entre dos horquetas y lo cocinaban a fuego lento, al spiedo.

Toda gente buena, jamás había peleas entre ellos. El almacén estaba en la cortada de Knour y Harris. Se llamaba La Croacia.


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 44.

lunes, 17 de enero de 2022

La Mission to seamen

 Era el refugio espiritual de los marineros, especialmente los ingleses. Estaba en el predio lindero con el cuartel de la agrupación scout, a la vera del puente La Niña. Cuando se dio por cumplida su "misión" llegó a White un pastor que puso en venta el local y regresó a Buenos Aires.

Antonio Fontán y Pedro Zubini compraron las instalaciones. La venta fue directa, al barrer, sin especulaciones comerciales. Fue casi una sorpresa comprobar que dentro del espacioso salón había un escenario, la casa del matrimonio que cuidaba: Nieves, casada con Osvaldo Morresi; un bar en que los marinos jugaban a las cartas y bebían su whisky (iban algunos residentes ingleses de Bahía Blanca): y la iglesia, de excelente construcción.

El aspecto exterior era de chapa pero por dentro estaba forrada con bloques de yeso de gran solidez. Había además bancos de roble y un escritorio, material muy valioso.

En el Boulevard XX no había iglesia. Fontán y Zubini resolvieron donar la que habían adquirido, a la población de Juan B. Justo, pero el traslado resultaba muy complicado. No obstante en dos días, con la colaboración de Quintana, que vivía en el Saladero, resolvieron el problema. Con un tractor delante y una oruga detrás salvaron el escollo del puente y un domingo a la mañana completaron el traslado.

Delante de la caravana iba el Torta Gamero, "dirigiendo" la maniobra con sus cantos y sus bufonadas. Lo cierto es que desde entonces los feligreses del Boulevard tienen un templo para la celebración de su culto religioso.

Antonio Fontán recuerda el hecho con íntima satisfacción y dice: Huracán nunca había ganado un campeonato y cuando se instaló la iglesia ganó dos. Influencia de haberse convertido en cristianos militantes...


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; pp. 43 y 44.