martes, 21 de febrero de 2023

ACTIVIDAD ARTÍSTICA Y SOCIAL

 En White había dos cines en plena actividad: el Jockey y el Aída. Pero años después también hubo funciones de cine en La Siempre Verde y en la Sociedad Italiana, donde actuaron compañías de zarzuela española y elencos argentinos de gran popularidad.

Algunos artistas españoles se quedaron en el pueblo y contrajeron matrimonio con residentes whitenses. Hay familias cuyos troncos fueron aquellos desertores voluntarios que se radicaron definitivamente y fundaron sus hogares.

Las casas eran en su inmensa mayoría de chapa y madera pero desde su interior se oía, al pasar, el teclado de un piano sonoro o las cuerdas de una guitarra diletante.

En el Jockey Club cantó Carlos Gardel. Y la noche de la más tremenda granizada que se recuerda -no quedó un vidrio sano en todo el pueblo- Azucena Maizani estaba actuando en el Jockey. Esa noche en la Sociedad Italiana había función y en La Siempre Verde un baile... Fue en el año 1935.

La actividad artística, social y cultural corría pareja con la del trabajo. En las fiestas patrias había desfiles de músicos y los españoles salían a la calle con sus instrumentos musicales, sus estandartes, sus alegrías, sus gaitas, sus tambores. Los argentinos puros eran muy pocos. White fue siempre un pueblo cosmopolita. Italianos y españoles eran mayoría, pero se fusionaron todas las nacionalidades.

¡Toca la gaita, Mosqueira...! (Recuerdos de José Cobo).


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p 48.

lunes, 20 de febrero de 2023

LAS GRANDES OBRAS

 Fueron los años de grandes construcciones: el muelle de hierro, los elevadores de granos, las obras paralelas, la playa ferroviaria más grande de América del sur. Toda esa infraestructura permitió que White se convirtiera en uno de los puertos principales del país, si no el primero.

El trabajo abundaba, la actividad era intensa. Los negocios, las tiendas, almacenes, carnicerías, panaderías, un mercado con equipo propio de energía eléctrica, casas de comida... todo cuanto pudiera abastecer a una población en crecimiento acelerado, era una necesidad para una comunidad que se había consolidado con inmigrantes de todo el mundo.

Fue un símbolo de un país que emprendía una senda de progreso, impulsado por aquellos visionarios de una generación que abrió sus puertas a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que aquí encontraron paz, trabajo y libertad.


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; pp 47 y 48.