lunes, 6 de julio de 2015

Gianetto Belavigna


Fue uno de los mejores directores de teatro, sino el mejor. Pero... ¿quién le enseñó...? ¿Dónde aprendió...? ¿En qué escuela se graduó...? Respuestas: leyendo teatro, en la vida, en la escuela del instinto, de la intuición, de la vocación. Cuando dirigía era muy severo. No aceptaba que los actores no conocieran la letra ni que se descuidaran en escena. En los ensayos insistía hasta que salía como él pretendía.
- Así era Gianetto, dice Sara García, una de las actrices preferidas.
- Pero también actuaba.
- Sí, y lo hacía muy bien, con un gran amor por el teatro, como lo poníamos todos. Ninguno era profesional pero poníamos el alma en cada obra, en cada escena, en cada palabra.
- Cuando usted debutó ¿la dirigió Gianetto?
- No sólo eso, sino que como en casa no veían con mucho entusiasmo que yo actuara en teatro, Gianetto y Pablo Gobart fueron a hablar con mi padre. La seriedad, la responsabilidad, la personalidad de los dos hizo que desaparecieran todos los temores...

También bailando el pericón debuté con Gianetto, dice Sara García. Después me ponían de pareja con todos los debutantes y los menos aplicados. Para que los amansara...

Cuando se inauguró el salón de La Siempre Verde el elenco que dirigía Gianetto presentó el sainete de Alberto Vaccarezza "El conventillo de la Paloma". Josefa Firpo era la dama joven, Gianetto hacía de Villa Crespo y un actor bahiense de Paseo de Julio; Sara personificaba a la gallega y su hermana Dora a la turca. Fue un gran suceso que debieron repetir varias veces.
La Siempre Verde fue fundada en 1907 pero el salón de la calle Siches 4041 fue construido muchos años después. Cuando se fundó el nombre era: Sociedad Recreativa, Coral y Musical La Siempre Verde.


También era celoso de su trabajo. En una oportunidad Comercial organizó un festival en la Italiana y La Siempre Verde otro, simultáneamente, en su salón. El de Comercial estuvo más concurrido. A la tarde siguiente (aunque Gianetto era tan comercialino como el que más...) a su paso por Siches, alguien deslizó una indirecta:
- ¿Qué tal... fuiste al velorio anoche...?
Gianetto reaccionó y lo encaró:
- Usted no tiene derecho a ofenderme... Lo que dijo es un agravio y no se lo voy a permitir...
- Disculpe... tiene razón. Le pido mil perdones... Nunca más lo haré.
Hiciste bien, Tulio. Para disculparse también hay que ser hombre. Y si uno mete la pata, hay que saber rectificarse.
En el acto del sepelio de Marcos Mardirós, dijo Gianetto Belavigna que éste había sido el precursor del teatro de aficionados, que ya en 1908  emocionaba al público con las obras "Muerte civil", "La carcajada", "Los dos sargentos" y otras. Quienes lo veían actuar y dirigir lo consideraban un maestro y trataban de imitarlo.


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; pp. 20 a 22.



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